El mes de septiembre suele ser un tiempo de mucha actividad para la Unidad Pastoral: la fiesta de Dulce Nombre de María, San Vicente de Paúl, el comienzo de las catequesis… poco a poco la vida aletargada del verano vuelve a renacer. Este año es diferente, la ilusión de otros años no falta pero predomina una cierta incertidumbre. Si algo tenemos claro es que durante un tiempo prolongado deberemos convivir con el virus, pero la situación es cambiante y las medidas adoptadas en cada momento será una de las claves a tener en cuenta en la pastoral.
Si de algo estamos convencidos es que la fe no solo es necesaria en estos momentos, sino que como la luz del faro nos tiene acompañar en medio de la tormenta. Es el momento de acrisolar la fe, de poner en valor el encuentro con el resucitado y olvidarnos de un cristianismo vacío. La fe debe vivirse en comunidad, el encuentro con los demás es más necesario que nunca, por eso podríamos decir que debemos mantener la distancia física pero acortar la distancia entre personas: las conversaciones de apoyo, la participación en la oración, los grupos de fe, los compromisos personales y familiares… Ahora más que nunca hay alguien a tu alrededor que necesita una palabra desde la fe.


La Unidad Pastoral también ha hecho un esfuerzo en adaptarse a las circunstancias y lo telemático deberá combinarse con lo presencial, pero que no nos falte la fraternidad. Nos espera un curso apasionante: ¡Ánimo, contamos contigo!


Luis Miguel Rojo Septién CM – Párroco


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *