Cuando mi hijo bajó del autobús que volvía a casa después de haber participado en la edición 2023 de la JMJ, pude adivinar en su semblante que aquella experiencia le había servido bien.
Los rostros y las expresiones de aquellos otros jóvenes que volvían de tierras portuguesas parecían guardar el mismo sentir.
Mi hijo, al igual que otros miles de jóvenes necesitaban de este viaje, y no necesariamente o sólo para mantener o afianzar su fe, si no para comprobar en primera persona que definitivamente no están solos.
Quiero decir con esto que un joven cristiano hoy, sin duda puede verse comprendido y acompañado en nuestras pequeñas comunidades y parroquias, pero es evidente que fuera de ellas ya no tanto, es más, me atrevería a decir que
cada vez con más frecuencia pueden sentirse ninguneados y en ocasiones señalados por que este tipo de «activismo» que por desgracia no está de moda.

Y así pues que esa noche mi hijo vuelve a casa después de 12 días llenos de experiencias con otros jóvenes Católicos que sí comparten ese mismo «activismo» y que recorren con agrado y compromiso el mismo camino juntos.
Jóvenes que tienden la mano a aquellos otros más despistados que buscan una nueva dirección, un camino menos
fácil por descubrir, pero con una meta más altiva y gozosa.
Y vencido de tanta actividad por fin se mete en su cama para descansar y duerme…
Pero ya no duerme como lo hacía antes de emprender la partida, ahora entiende que no es un verso suelto en el camino, ahora por fin comprende que no está sólo y descansa con el sueño reparador del que ha sido acompañado en su experiencia por otros casi dos millones de jóvenes como él, ahí es nada y es que podemos decir con orgullo, que nuestros jóvenes cristianos «son legión». ¡Ésta es la juventud del Papa!
Raúl Maestro.
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