Desaliento, tristeza, perdida de todo horizonte. El Sábado Santo comienza con la constatación de lo que ayer parecía un sueño. Jesús de Nazaret ha muerto y con él nuestros anhelos y esperanzas. Pero la vida compartida durante tantos años mantiene a María y a muchas otras personas junto al Señor. Ellos mantienen viva la esperanza. Las calles vacías de Valladolid, las miradas tristes de las personas cerradas en sus casas nos recuerdan ese Sábado Santo. Necesitamos personas que como María no pierdan la fe, que sigan a los pies de la cruz, que sean las primeras en acercarse al sepulcro, que trasmitan sus vivencias a los discípulos.

Te invitamos hoy a que seas como María. Portadores de esperanza.


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